DÍA 14. 7 DE ABRIL DE 2022

Último día, reencuentros, despedidas,...emociones a flor de piel.

                Ha sido un día duro, quizá por ser el último. El cansancio acumulado se hace notar y las ganas de llegar también, pero es algo con lo que contábamos.

  

                Desde que salimos con los estómagos llenos de auténtica paella valenciana de la mano de nuestro hermano Jesús Montalt y de los postres de nuestra tía María Amparo, reemprendimos la marcha destino Pedrera, donde hicimos una breve parada que supo a poco, pero no podíamos demorarnos más ya que la familia que trajimos estaba agotada después de todo lo sufrido y más 3600 kilómetros de viaje. Seguimos hasta Sevilla a la sede de CEAR dónde nos esperaba Iván, un amigo de la familia y que les tenía todo preparado para iniciar esta nueva etapa en la capital hispalense.

                Ofelia y yo nos despedimos de ellos, nos mostraron su gratitud por la ayuda prestada, alguna lágrima entre abrazo y abrazo, intercambio de teléfonos con la intención de que en los próximos días podamos vernos y saber cómo les va y emprendimos el regreso a Pedrera sobre las 23:30h.


 

                Felices de cómo ha transcurrido todo, con sus inconvenientes fruto del estrés acumulado y del cansancio, pero con la sensación de haber hecho bien las cosas y sabiendo que por poco que parezca, la labor que nos consta que está haciendo mucha gente de Pedrera en particular, y de muchos lugares en España y en muchos países en general sobre el terreno, dan como resultado una suma de "humanidad" impresionante que nos deja con la certeza de que por muchos locos que nos estén gobernando a pesar de todo, la gente que sufre en definitiva las consecuencias de sus decisiones, son quienes dan respuesta rápida, decidida y realmente efectiva ante catástrofes de tal magnitud.

                El despliegue humanitario que hay en la zona fronteriza no hay gobierno que sea capaz de movilizarlo con la efectividad y la coordinación que se está haciendo de manera totalmente autónoma por parte de los voluntarios y voluntarias. Cada cual aportando lo mejor de sí mismo en labores de traducción, transporte, alojamiento, comidas, asistencia psicológica, primeros auxilios, atención a los niños y niñas que son las víctimas más vulnerables de todo esto, los payasos que son capaces de sacar sonrisas en situaciones tan difíciles, bomberos de todos los lugares, drivers, etc... es con lo que nos quedamos y nuestra satisfacción (que es la vuestra) de haber contribuido de manera tan especial a ello.

                No quiero cerrar este post sin agradecer de nuevo y con el corazón en la mano a toda la gente que ha aportado a este proyecto, sea del modo que sea, y muy en especial a Ofelia, quien me ha acompañado en estos días y que sin dudarlo un momento se puso manos a la obra (y sigue en ello) para que todo saliera bien desde el minuto uno, organizando, gestionando recursos, llevando toda la contabilidad, estableciendo contactos, atendiendo a las personas sobre el terreno gracias a su experiencia de vida y con diferentes organizaciones en torno a la defensa de los derechos humanos. Gracias Ofelia!, sin ti esto no hubiese sido posible.

                Esperamos en estos días seguir compartiendo la experiencia, a medida que vayamos asimilando todo lo vivido en estos días, por lo que lo dejamos en un punto y seguido.

                Gracias a tod@s!

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